Oda
a la desconsideración
Apartad, ¡me agobiáis!
Dígale a sus niños que
dejen de corretear, ¡invaden mi espacio vital!
De acuerdo, no estoy en mi
casa, pero esto es un espacio público, y por esto, todo el mundo
tiene derecho a sacarle provecho.
No alcanzo a
comprenderlo..., tiene un kilómetro de playa, ¡e hinca el palo de
su sombrilla a un metro de mi toalla!
No pido un radio a mi
alrededor de 10 metros, que por otro lado no estaría mal para
empezar, ¡pero es que estoy oyendo el menú que ha traído para
jamar!
¿No puede entender que no
está en sus dominios privados?
Señora, por favor, que
cualquiera diría que una semana va a acampar..., ha montado un
chiringuito lo suficientemente grande como para que su marido, la
pareja de viejos, ese que roza la cuarentena, los tres niños
hiperactivos y usted, quepan para almorzar, ¿no puede pensar que
semejante tinglado, a un paso de mi humilde asentamiento, puede
hacerme sentir fuera de lugar?
Si tan sólo es una
cuestión de empatizar... No joda, señora, póngase en mi lugar.
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