martes, 11 de septiembre de 2012

Oda a la desconsideración


Apartad, ¡me agobiáis!

Dígale a sus niños que dejen de corretear, ¡invaden mi espacio vital!

De acuerdo, no estoy en mi casa, pero esto es un espacio público, y por esto, todo el mundo tiene derecho a sacarle provecho.

No alcanzo a comprenderlo..., tiene un kilómetro de playa, ¡e hinca el palo de su sombrilla a un metro de mi toalla!

No pido un radio a mi alrededor de 10 metros, que por otro lado no estaría mal para empezar, ¡pero es que estoy oyendo el menú que ha traído para jamar!

¿No puede entender que no está en sus dominios privados?

Señora, por favor, que cualquiera diría que una semana va a acampar..., ha montado un chiringuito lo suficientemente grande como para que su marido, la pareja de viejos, ese que roza la cuarentena, los tres niños hiperactivos y usted, quepan para almorzar, ¿no puede pensar que semejante tinglado, a un paso de mi humilde asentamiento, puede hacerme sentir fuera de lugar?

Si tan sólo es una cuestión de empatizar... No joda, señora, póngase en mi lugar.


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