14-N
Desperezóse Libertad
aquella mañana cuando la luz del astro rey atravesó el ventanal, y
escaló desde la solería hasta su almohada. Pero aquel 14-N el sol
no salió con intención de calentar un día más de rutina. Aseóse,
cortó el ayuno y salió camino al complejo comercial, donde se
encontraba su modesta fuente de ingresos de veinte metros cuadrados.
Este trayecto que tediosamente hacía a diario, hoy era diferente, y
lo encañonaba con la excitación propia de saberse protagonista del
cambio. Cuál fue la no grata sorpresa de Libertad al ver que
piquetes de esos que se autodenominaban “informativos” la
recibieron con contenedores incendiados, cerrándole el único acceso
al complejo. El gentío y su bullicio impedían a Libertad hacerse
explicar, y las morbosas consignas invitaban a la violencia. En su
afán por ganar la entrada, alcanzóle una piedra en la cabeza,
cayendo Libertad en el acto... Las pancartas que en el local de
veinte metros cuadrados esperaban para ser desplegadas y apoyar la
causa no saldrían finalmente aquel 14-N a la calle.